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HISTORIAS DE VIDA

Lo último que se pierde es la esperanza

Lo último que se pierde es la esperanza

JovenPro
28/06/2023 ·  Valledupar, Cesar

Yo allá en Venezuela tenía mi trabajo formal, con las prestaciones y todo lo de ley en Venezuela. Yo empecé a trabajar a fines del año 2014 y hasta el 2015, finalizando, tuve trabajo formal, hicieron reducción de personal en donde caí yo. Debido a la situación que se encontraba en ese año, había que hacer largas filas para comprar productos básicos para comer y de aseo personal. 

Para todo era fila, no había nada que pudiera comprar sin hacer fila, entonces como trabajo informal vendí repuestos de carros, pescado, helado y muchas cosas más, en los terminales o en las playas.

En el 2017, ya había nacido mi hija y al ver que la plata no me alcanzaba para las cosas de la niña, yo empecé a comunicarme con unos primos aquí en Colombia, y ellos me empezaron a decir que por qué no me venía, que aquí podía estar mejor, que Colombia estaba mejor que Venezuela y todas esas cosas.

Yo al principio no presté atención, pero después se me agravó la situación. Ya ni desayunaba o no almorzaba, nada más me alcanzaba para dos comidas al día, a veces nada más una, entonces decido venirme a Colombia.

Cuando llegue aquí a Colombia duré 2 meses sin trabajo, no conseguí nada y yo salía todos los días a buscar algo que hacer pero nada. Tocaba caminando, sin conocer aquí nada, ni tenía bicicleta ni nada, todo era caminando.

Después, pasados los dos meses, conseguí una entrevista con el dueño de un restaurante, y me dijo que si podía empezar al día siguiente. Yo le dije que sí, y empecé trabajando desde las 5 de la mañana hasta las 10 de la noche por 20 mil pesos, además me humillaba por ser venezolano. 

Yo no duré ni un mes allí. Me fui a trabajarle unos días a un primo en la galería, allí con lo que gané, pude mandar plata a mi hija en Venezuela. Después trabajé tres meses en el mercado empaquetando agua y me pagaban por producción. Pero a la empresa la supervisaban y ellos no podían tener gente indocumentada trabajando, entonces me sacaron.

Con la plata que me pagaron esa vez, viajé a Venezuela a visitar a mi esposa e hija y al cabo de dos meses regresé y me dediqué a vender butifarras. Decidí traer a mi esposa e hija para Colombia, mi familia me dijo que me podría colaborar con el primer mes de arriendo y después tendría que buscar dónde vivir.

Un primo me ofreció cuidar una casa de campo en La Mesa y me dijo que allí podría vivir tranquilo, pero él no me pagaba por estar allí. Me tocaba vender café en la vía principal de La Mesa y mi esposa iba al valle a hacer días de limpieza. Uno de esos días, le dicen que hay una organización que se llama Mercy Corps que daba una ayuda humanitaria para los venezolanos. Después de una larga fila, la atendieron, ella contó nuestra historia y una líder de Mercy Corps se interesó y le dijo que en tres días le iban hacer una visita para saber en qué condiciones vivíamos. Cuando la persona fue se dió cuenta que necesitábamos la ayuda y le aprobaron una ayuda de 300 mil pesos por tres meses.

Después con la plata que nos dió Mercy Corps logramos reunir, más lo que trabajamos para venirnos al Valle a vivir. Pero estando allí, trabajé en de todo para pagar el arriendo, y se metió la pandemia. En ese momento volvimos a recibir ayuda de la organización, 200 mil pesos y un kit de aseo personal.

 

No volví a saber nada de la organización, hasta que empezó este año y me llamaron para un programa que se llama JovenPro y fue lo mejor que me pudo pasar. Si no fuera por Mercy Corps, no hubiese salido de la informalidad. El 2 de febrero me llamaron para saber si estaba interesado en una entrevista como promotor de servicios en una gasolinera. Yo estaba en el trabajo que tenía, como lavador de carros y me presenté a la entrevista. A las 2 de la tarde de ese mismo día, me llamaron para decirme que había quedado en el puesto, estuve en inducciones y desde el 16 de febrero formalmente firmé contrato, soy muy feliz gracias a JovenPro. 

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